A pocos pasos del terrorismo que ayer sacudió la ciudad de Londres esta una estatua de Winston Churchill, corpulento en su abrigo de trinchera, y con una mirada enfocada y resuelta, toda una imagen de un pueblo que ha conocido y sobrevivido, con orgullo y victorioso , momentos más amenazadores de su historia.
En el momento que el terrorista empezó su paseo endemoniado a través de Westminster Bridge, camino del Parlamento, me encontraba a cuatro cuadras después de haber almorzado en mi club cerca de Trafalgar Square con un amigo español que ya lleva varios años trabajando y viviendo en la capital Londinense.
El tema de conversación había sido, como no, ya que nos ha tocado durante meses, el Brexit. Mi amigo se había mostrado pesimista de la posibilidad de una acuerdo. Yo con mi mezcla de Británico y español argumente de que había ciertas temas de interés común que impulsarían un consenso, desde los intereses del sector automotriz y financiero hasta el tema de los residentes Europeos, y el papel clave que jugaba el ejército, la policía, y los servicios de inteligencia Británicos en un frente común de la Europa democrática contra el terrorismo Islámico y las interferencias de Putin.
Aun pensaba en la conversación cuando el autobús al cual acababa de montarme se paró abruptamente. “Parece que ha habido un incidente en Westminster Bridge,”me dijo el conductor al abrir las puertas y dejarme bajar a la calle. Más de treinta años de experiencia periodística en temas de seguridad y defensa , desde las campaña militares de la IRA y ETA hasta las bombas de Londres y Madrid, me quitaron cualquiera duda de que la realidad era bien distinta, y lo que había pasado no era un accidente.
Efectivamente la realidad se confirmó una vez que puse pie a la calle ya que me encontré con ciudadanos que huían del lugar del incidente y policías armados corriendo en dirección , opuesta, hacia el parlamento.
En las próximas horas fui testigo de cómo la policía y los servicios de ambulancia reaccionaron con gran profesionalidad, y en el caso del policía que fue apuñalado mortalmente, indudablemente heroísmo.
También conviví con miles de cuidados- muchos de ellos ofreciéndose a ayudar a los heridos, que supieron responder con estoicismo al corte de calles y otras interrupciones de su vida cotidiana, muchos de ellos, teniendo que cruzar medio Londres a pie.
Y entre el ruido mediático, tres imágenes resumieron este día en Londres: la primera, los cuerpos de los que fueron atropellados, la segunda la de un miembro del parlamento-un ex soldado- intentando salvar la vida del policía agonizante, boca a boca; el tercero- la primera ministra Teresa May con voz temblorosa y a la vez desafiante, asegurando al mundo de que el parlamento más antiguo del mundo quedaba en pie listo para retomar funciones , y que el Reino Unido no dejaría que su valores democráticos, de justicia y tolerancia, fuesen destruidos.
En ese instante la Sra. May parecía haber nacido para este momento, igual que la Sra. Thatcher supo relucirse en momentos de grandes amenazas como las bombas de la IRA, y la Guerra de Las Malvinas.
Sin duda si hay un tema que la Sra. May conoce mejor que muchos es el tema del terrorismo ya que antes de ser primer ministra fue un muy eficaz Ministra del Interior manejando todos los secretos de estado y ganándose cierta reputación como otra mujer de hierro.
Sus actitud y sus palabras de ayer, a la puerta de su casa residencial oficial Numero 10 de Downing Street , a pocas horas de haber sobrevivido el ataque al parlamento, retomaron el hilo de una narrativa bien conocida por los que hemos sido educados en colegios y universidades Británicas- la de un pueblo que surgió victorioso de dos guerras mundiales, y que está dispuesto a defender hasta la muerta su vida parlamentaria, y un primer ministro que da confianza en momentos de crisis.
Queda por ver como influyera lo que paso el miércoles y el terrorismo que aun amenaza, en la política de país, sobre todo en las negociaciones sobre la futura relación del Reino Unido con la Unión Europea.
Sin duda la reacción has mostrado la fortaleza del pueblo Británico y sus líderes , los valores liberales que sostienen una ciudad multicultural como Londres y el gran símbolo de democracia duradera que es el parlamento, además de una cierta solidaridad internacional en los ofrecimientos de apoyo por parte de aliados.
Al mismo tiempo lo que paso ayer ha servido para recordar una vez la amenaza que supone el terrorismo Islamista y la necesidad de fortalecer la colaboración y intercambio de información entre el Reino Unido y el resto de Europa, y con Estados Unidos .
Ojala que estos valores democráticos y esta colaboración necesitada sirvan para reforzar el sentido patriotero y al mismo tiempo Europeo de una mayoría de Británicos, tal como soñaba Churchill.