7. Intervención divina
En aquel junio de 2003, Beckham y Di Stéfano formaron una extraña pareja cuando posaron para telespectadores de todo el mundo, desde Madrid a Beijing: un joven rubio y delgado con sus mechones y su sonrisa contagiosa, junto al septuagenario barrigón, arrugado como una pasa, que hacía verdaderos esfuerzos para disimular sus ganas de no estar allí. Pero reunir a David Beckham y a Alfredo di Stéfano era tan necesario como artificioso. La imagen que resumía el pasado, el presente y el futuro del Real Madrid y simbolizaba una historia de gloria y grandeza inigualable a la de cualquier otro club de fútbol del mundo. No sé hasta qué punto veía Beckham su destino en las predilecciones, inclinaciones, costumbres y creencias de alguien que podía ser su abuelo, que había vivido en otro país y en otra época. Pero Di Stéfano era un elemento inseparable de la historia del Real Madrid y de España y Beckham había venido a ese club y a ese país. Yo había estado siguiendo la sombra de estos dos hombres en el tiempo y el espacio de una manera que evocaba recuerdos del pasado y que me ayudó a ver más allá del bombo publicitario. Medio siglo antes, la llegada de Di Stéfano al Real Madrid como jugador marcó una nueva era en la historia del club, y se inició un periodo durante el cual el equipo conquistaría cinco Copas de Europa consecutivas. Fue un curioso comienzo para mí también en 1953, el año en que nací en la capital de España.