Era alrededor del 1984 que estuve por primera vez en un concierto de Joan Manuel Serrat entre lágrimas y cantos, acompañando cada palabra y letra que recitaba, abrazado con mi mujer y con los que nos rodeaban. En esa época vivíamos la decadencia terminal del régimen militar en Argentina, ese junta que había hecho desparecer a unos 9,000 para luego provocar una guerra esperpéntica con el Reino Unido en las Islas Malvinas – dos calvos luchando por un peine, decía el viejo Borges.
El Serrat de esa época quería ver la misma democracia en los países Latino Americanos que él y otros habían ganado en España-un transición de dictadura a parlamento donde una vez más se podía expresar en voz alta la cultura más profunda y universal del pueblo hispano. Los poemas en letra y música de Machado y Hernández ese día llenaron el teatro porteño con una fuerza tremenda tanto de resistencia como de esperanza, y sabíamos que los cuarteles temblaban igual que La Casa Rosada.
Más tarde cuando empecé a dedicarme a escribir sobre el cargo político del futbol en la historia de España , no dude en hablar de Serrat, de madre Aragonesa , que nació en el Poble Sec de Barcelona, en un libro que saque sobre el Barca, recordando su canción emblemita sobre la victoria de la Cinco Copas y ese quinteto legendario formado por Kubala, Basora, Cesar, Moreno, y Manchón.
Este viernes , casi una semana después de que el Barca consiguió el triplete en Berlín, me reencontré con Serrat en el concierto que dio en el Barbican de la capital Británica. Este centro cultural Londinense por fuera parece un bunker para luego hacer la experiencia interior todo lo más dulce. La sala era lo suficiente intima para sentirse próximo a un recital tenía algo de despedida además de celebración. Serrat ya hace mucho tiempo no se rodea con la orchesta que le reforzaba en los estudios de grabación a partir del LP de los setenta Mediterráneo. Son solo cinco músicos los que estaban con él en el escenario , la mayoría amigos de casi toda su vida- solo el guitarrista, con aspecto y actitud de más joven, hacía de contrapunte.
El reducido equipo musical no solo deja que el público se centre más en la figura y personalidad de Serrat –alguien que se mueve bien, que actúa, que tiene ‘tablas’- sino que también expone su fragilidad ya que a sus 72 años la voz no es lo que era- sufre de falta de fuerza, y se le ve luchando para proyectar la canción con el temblor musical y resonancia que le caracterizaba de más joven.
No es que Serrat muestra flaqueza o frialdad. Al contrario, mantiene un gran sentido de humor y una gran resistencia a rendirse . Hace pocas semanas, bajo órdenes de su médico, tuvo que cancelar un concierto en Catalunya por los problemas que sufría con su garganta pero en Londres se le vio constantemente bebiendo agua con miel para seguir adelante y darnos todo lo que encontraba para darnos, y más. Mostro , como siempre, una nobleza ciertamente Quijotesca, de gran luchador, de gran soñador , de gran humanista.
Como tenía que ser , ya que se había anunciado como una Antología Desordenada a través de cincuenta años, no faltaron las canciones más queridas por un público mayor, algunas de ellas, como Porque te Quiero, en una versión actualizada, más rítmica, para darlas nueva vida , otras como Esos Locos Bajitos, igual que siempre, como una memoria necesaria. Las demás canciones, entre ellas los poemas cantados de Machado y Hernández llegaron a llenar la sala con un gran sentido de solidaridad humana . Y para no olvidar a los hermanos Latino Americanos, allí estaba la denuncia d le explotación de los niños marginados. Un vez más íbamos golpe a golpe, haciendo camino al caminar, una vez más cantábamos a La Libertad, algunos de nosotros con los brazos abiertos o empuñados, aunque ya bastante alejados de los populismos chavistas.
Cuando parecía que Serrat, ya medio agotado, estaba a punto de dejarnos, el público-en su mayoría hispanos e hispanoamericanos-aplaudieron , ya de pie, con toda su alma, entre lágrimas y cantos , y él nos cantó Lucia- con la cual tantos de nosotros aprendimos a amar. Durante mas de dos horas de canción y charla , tan propios de él, este cantautor tan Catalán como Español, tan hombre universal, lleno la noche calurosa de Londres con nostalgia y futuro, con más alegría que tristeza, proclamando, hacia el final, que hasta los que nos vamos poniendo viejos , ‘este va a ser un gran día’ . Y así fue.