Las lecciones que Kate Middleton puede aprender de su abuela política publicado en el Magazine del El Mundo


Autor: Jimmy Burns Marañón

Pocas emisiones radiotelevisadas de las difundidas con carácter general pueden presumir de suscitar un cariño tan persistente como el mensaje anual de Navidad de la reina Isabel de Inglaterra. Con su aire de sentido común y sensibilidad solemnes y de firme moralidad cristiana, el monarca más longevo del mundo se identifica con el dolor y el sufrimiento de un mundo convulso al mismo tiempo que brinda palabras de consuelo y esperanza como solo puede hacerlo alguien que debe su existencia tanto al pueblo como a Dios.

En este último 25 de diciembre, millones de personas sintonizaron en el Reino Unido el que la mayoría de los comentaristas estuvieron de acuerdo en que fue uno de los mejores mensajes de Navidad de la reina que se recuerden. [El de 2011] Fue un año cuya travesía pilotó sin mayor esfuerzo aparente, en el que se granjeó elogios entusiastas por su histórica visita de reconciliación a Irlanda y por la forma en que presidió (y discretamente bendijo) el renacimiento de la Casa de Windsor gracias al matrimonio de su nieto y futuro heredero del trono, el príncipe Guillermo, con su novia de toda la vida, la burguesita, rica, moderna y encantadora Kate Middleton.

A finales de este verano los británicos disfrutarán de cuatro días de vacaciones, con abundantes fanfarrias y espectáculos reales, para conmemorar el 60 aniversario del reinado de Isabel, el segundo monarca más longevo de la historia británica, después de su gran antepasada imperial, la reina Victoria. La reina Isabel celebró su 80 cumpleaños el año pasado con unas encuestas de opinión que muestran que más de la mitad de sus súbditos quieren que reine durante el resto de su vida.

La popularidad de la Reina se ha recuperado de manera espectacular después de una tumultuosa década de escándalos, divorcios y tragedias de la familia más famosa de Gran Bretaña. No obstante, si bien la encuesta hallaba un mayor apoyo a la institución de la monarquía, también indicaba que toda especulación sobre una abdicación en favor del príncipe Carlos no tiene ninguna posibilidad, bajo ningún concepto. Mientras tanto, fuentes de la casa real aseguran que el príncipe Carlos está firmemente decidido a acceder al trono en cuanto fallezca su madre. Sin embargo, tal vez la pregunta más intrigante de todas sea hasta qué punto esta monarquía británica tiene futuro a largo plazo, más allá de Carlos y su esposa, Camilla Parker Bowles. Nadie tiene una bola de cristal, pero es casi seguro que la supervivencia de la Casa Real de Windsor a largo plazo dependerá de las lecciones que la princesa Kate, la esposa del futuro rey Guillermo, puede aprender de su abuela.

– Primera lección: mantén una distancia prudente con el pueblo

Isabel se crió en los años veinte y treinta en el seno de una familia que todavía gobernaba un imperio y que, como tal, se mantenía un tanto al margen del común de los mortales. Educada en casa y con sus apariciones en público estrictamente controladas, Isabel pasó la mayor parte de su infancia viendo a relativamente pocos niños y sintiéndose bastante aislada del mundo. Su boda, el 20 de noviembre 1947, cuando era una joven princesa, con el príncipe Felipe, un aristócrata europeo (que tenía lazos de sangre con las familias reales danesa, alemana y griega) y oficial de la Marina Real durante la Segunda Guerra Mundial, fue un acontecimiento popular que aportó un poco de alegría a una nación que sufría las estrecheces de la posguerra y un invierno infernal. Al convertirse en reina, Isabel exigió el respeto reverencial dispensado a sus distinguidos antepasados y no se le regateó. Entre sus fieles servidores figuró el gran guía de Gran Bretaña durante la guerra y anciano estadista Sir Winston Churchill. “Siento un estremecimiento al invocar una vez más la plegaria y el himno ¡Dios salve a la reina!”, comentó Churchill acerca de la joven Isabel.

En contraste con ella, Kate Middleton proviene de un ambiente más normal y corriente y nació y se ha educado en un mundo muy diferente en el que la globalización e internet han redefinido las fronteras que separan la intimidad y el interés público. La duquesa de Cambridge, que es el título nobiliario de Kate en la actualidad, procede de una familia de abogados por parte de su padre y de carniceros, albañiles, barrenderos y empleados del servicio doméstico por el de su madre. Sus padres, ex trabajadores de British Airways, dirigen con éxito una empresa de organización de fiestas y ella pudo asistir a un colegio privado y a la universidad.

Sin embargo, aunque el estilo de las joyas y las ropas de Kate, junto con su apariencia de naturalidad cuando se encuentra con personas menos privilegiadas que ella, posiblemente se haga eco de la madre de su marido, la difunta princesa Diana, parece como si siguiera el ejemplo de su abuela política porque se da cuenta de que su responsabilidad como miembro de la realeza consiste en no reducir su condición a la de mero personaje famoso.

– Segunda lección: recuerda que los medios de comunicación mantienen una ventana abierta al público

A pesar de la educación de la reina Isabel en el aislamiento y de su distancia al hombre de la calle, la mayor parte de su vida se ha reproducido en postales y fotografías que posteriormente se publicaban en periódicos y revistas de todo el mundo, en calendarios, en juegos de té y en latas de galletas. ¿Cómo se explica esta paradoja?

La explicación radica en el hecho de que, especialmente en la primera mitad del siglo pasado (desde el nacimiento de Isabel, en abril de 1926, hasta su ascensión al trono hace sesenta años), esas fotografías se tomaban bien por orden de la Casa Real (y con su aprobación) o bien por aquellos que deseaban expresar su afecto y lealtad inquebrantables a su persona y a la institución real. No olvidemos por otra parte que la imagen más duradera de Su Majestad es su perfil tal y como aparece en miles de millones de sellos de correos a lo largo de las últimas cuatro décadas y media. La imagen, sacada de un busto modelado por el escultor de la corte Arnold Machin, se realizó cuando la reina Isabel no había cumplido todavía 40 años y sigue siendo, como recientemente ha escrito en el periódico ‘Financial Times’ el coleccionista de la realeza David Robson, “la representación más generalizada de Isabel, aunque la menos estudiada, una declaración de que Su Majestad no se ha marchitado con la edad”.

Cuando, en su emisión de Navidad de 1992, la reina Isabel reflejó en público, con una tristeza evidente y una franqueza desacostumbrada, que el año anterior había sido un “annus horribilis”, estaba reconociendo que la era de la deferencia a la monarquía había llegado a su fin con las informaciones no controladas de los medios de comunicación sobre la ruptura de los matrimonios de tres de sus hijos (incluida la de Carlos con Diana). Sin embargo, nadie podría haber previsto cuánto respeto se llevaría por delante la información lasciva de la prensa sensacionalista inglesa, en particular, sobre las indiscreciones de Diana y Carlos cada uno por su lado.

Kate tenía 15 años de edad cuando la princesa Diana de Gales resultó muerta en un accidente automovilístico en París en agosto de 1997. Las trágicas circunstancias de esa muerte, un sentimiento generalizado entre la opinión pública de que había sido víctima de la frialdad de los Windsor (incluida la reina) y de la persecución fanática de los ‘paparazzi’, dieron lugar a cambios en las relaciones entre la familia real y los medios de comunicación, cambios que han ayudado a preservar la monarquía.

Tanto en el período previo a su matrimonio con Guillermo como a partir de él, Kate se has beneficiado de la lección aprendida en esta área en el sentido de que su vida privada, si bien no va a gozar de tanto respeto como la de la reina, recibe una mayor protección de la intromisión de los medios de comunicación que la que en todo momento tuvo Diana. Kate ha aprendido de su real abuela política que, en los foros públicos, cuanto más se quede sin decir, tanto mejor, así que, en el caso de Kate, no se permiten las redes sociales y eso significa que nada de ‘tuiteos’ ni de presencia en Facebook y, desde luego, nada de entrevistas lacrimógenas como la famosa que Diana concedió a la BBC en la que habló de su matrimonio roto y de sus amantes.

– Lección tres: la fidelidad es importante, como también lo es el amor

Por más que una parte considerable de su familia más inmediata se haya desintegrado a su alrededor con el paso de los años, Isabel se ha mantenido como una esposa fiel a su marido, Felipe. El que él la haya correspondido con lealtad fue objeto de algunas especulaciones hace años, pero nunca se ha demostrado nada y la reina y su consorte han llegado al ocaso de sus muchos años en común proyectando una imagen de apoyo mutuo y de dedicación compartida a la misión de estado que les fue confiada.

La reina ha aceptado a regañadientes el matrimonio de su hijo Carlos con Camilla Parker Bowles, su antigua amante, como un ejercicio de minimización de los daños. Sin embargo, ni Carlos ni Camilla son tan populares como Diana lo fue en su momento. La reina sabe que el público británico espera algo mejor de Kate que de Diana y cree que ya lo tiene, entre otras cosas porque todas las evidencias a su alcance dan a entender que ella y Guillermo se han casado tras conocerse el uno al otro desde hace algún tiempo y que han aprendido a amarse y respetarse mutuamente en el sentido más genuino. Kate, según se dice, ni duerme por ahí ni piensa hacerlo. Sin embargo, su popularidad reside en la forma en que ha combinado con Guillermo para aportar a la monarquía un toque de modernidad sin frivolidad y ha convencido a su suegra de que tiene la gracia, la disciplina y la sólida educación suficientes como para desempeñar un papel clave en la perdurabilidad del trono de Inglaterra.

– Lección cuarta: cuidado con las hermanas

Isabel y su hermana (menor) Margarita pasaron juntas una gran parte de su infancia y de su primera adolescencia. Muchachas bastante jóvenes las dos, las fotografiaron juntas con frecuencia y por lo general llevaban vestidos parecidos, aunque terminaron desarrollando caracteres muy diferentes y llevando unas vidas muy diferentes. Mientras Isabel asumió con la más absoluta seriedad las responsabilidades que le reservó el destino y siempre fue diligente en el desempeño de su cargo y equilibrada en su vida familiar, Margarita (tres años más joven y más abiertamente sensual) se volvió una persona imprevisible, una divorciada romántica, con largos períodos de ocio en la isla de Mustique y una manga muy ancha para el alcohol y el tabaco. Margarita no dejó de ser nunca hasta el fin de sus días una posible fuente de problemas para la estabilidad de la Casa de Windsor.

“Así pues, queridísima Kate, haz el favor de decirle a tu hermana Pippa (que es más de un año más joven y más sensual) que no olvide que no solo es la cuñada de un príncipe sino de un futuro rey”, puede imaginarse que la reina Isabel le haya advertido.

El hecho de que el ‘Daily Mail’, uno de los principales periódicos sensacionalistas de Gran Bretaña, reciba hasta 400 fotos de Pippa Middleton al día indica que el interés de los medios de comunicación de todo el mundo en ella se ha multiplicado desde que apareció en la boda real del año pasado vestida con un revelador vestido muy ceñido al cuerpo.

Está por ver si la evolución de Pippa a símbolo de la moda la convierte en una famosa vulnerable, como Margarita, o si seguirá el sabio ejemplo de su hermana y optará por una vida de discreción y responsabilidad. Por el momento, a Su Majestad no debe de hacerle mucha gracia que haya un popular sitio ‘web’ dedicado al trasero de Pippa.

– Lección quinta: no dejes que el público piense que estás derrochando el dinero de los contribuyentes

Nadie puede pretender que la reina de Inglaterra salga barata. Sin embargo, la reina se esfuerza en garantizar que el contribuyente no sólo reciba un buen servicio a buen precio sino que la casa real sea asimismo sensible a unos tiempos de mayor austeridad. Es así como la subvención que ha recibido del estado para pagar los sueldos del personal, fiestas en los jardines con miembros del común y los costes de los invitados durante las visitas de estado ha quedado congelada en 7,9 millones de libras [alrededor de 9,55 millones de euros al cambio de hoy] al año desde 2001. Por otra parte, la reina hace públicos informes detallados de sus gastos y los de su familia y de sus conceptos y, cuando así se le exige, unos y otros se someten además a control parlamentario.

Por su parte, a Kate, duquesa de Cambridge, no le va a faltar de nada. Su propia familia ha ganado un buen dinero gracias al éxito de una empresa con un negocio legítimo. Su marido, el príncipe Guillermo, disfruta de unas abundantes rentas de los 6,5 millones de libras esterlinas [algo más de 7,86 millones de euros al cambio de hoy] de capital que le dejó su madre, la princesa Diana, además del dinero de la herencia de su bisabuela la reina madre, que murió en 2002. Además, cobra un sueldo decente como oficial de la RAF [Royal Air Force, las fuerzas aéreas británicas], un teniente de aviación gana al año 37.170 libras [cerca de 45.000 euros al cambio de hoy], y recibe de su padre una asignación que sale de los ingresos del patrimonio del Ducado de Cornualles. Sin embargo, nadie puede acusarles a ella ni a su marido de ser unos consumidores conspicuos o unos derrochones extravagantes, y mucho menos unos corruptos.

Kate, duquesa de Cambridge, hace una vida de ama de casa con Guillermo en la modesta casita de campo, pintada de blanco, de la isla de Anglesey, en Gales, que tienen alquilada por 750 libras [unos 907 euros al cambio de hoy] al mes, cerca de donde él tiene su trabajo de piloto de helicóptero de búsqueda y rescate de la Royal Air Force. Cuando Guillermo se vaya destinado temporalmente en el mes que viene a las Falklands [islas Malvinas], el plan de Kate es involucrarse en sus obras de beneficencia. Para el año que viene la pareja real tiene planeado trasladarse a una zona renovada de 20 habitaciones distribuidas en cuatro pisos en el palacio de Kensington, donde vivieron en su momento tanto la princesa Diana como la princesa Margarita. La reina espera que la honradez, la responsabilidad y la fidelidad sigan definiendo la vida de Kate y que no se le aparezcan los fantasmas de algunos miembros de la realeza del pasado.

 

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