Sitges es y debe seguir siendo un pueblo tolerante


 


Desde Londres, donde aguardo unas vacaciones tardías en mi casa de Sitges en pocos días, leo que se ha generado cierta controversia  entre políticos municipales la decisión del CiU  con el apoyo del CUP de quitar el nombre de Espanya a una plaza del pueblo.

Los que han objetado formalmente  son los concejales del PP, pero sería absurdo e injusto dejar que este tema fuese monopolizado por los nacionalismos de un lado o el otro.

Para mi, el  tener una casa en Sitges es tener el gran privilegio de formar parte de un pueblo cuya identidad se define a través de la tolerancia y una visión cultural que rompe fronteras.

Es un pueblo con puertas abiertas a todo Español y al extranjero, no importe sus idiosincrasias, y su estatuas y monumentos dan testimonio a un sentido común alrededor de la historia, no como una mitología monopolizada, sino de algo capaza de evolucionar hacia un estado de consenso.

Para dar algunos ejemplos. El templo Católico de Sant Bartomeu i Santa Tecla sobrevivio los saqueos de La Guerra Civil para hoy en día permanecer como centro no solo de culto popular sino también de gran interés turístico.

La iglesia no so mantiene en un espíritu fundamentalista de exclusión  sino de convivencia con el mundo secular, cuyo calendario incluye unas  de las fiestas más extendidas (en términos de días) de Gay Pride que se conoce en el mundo.

Gay Pride se extiende por el Passeig Maritim y para dentro, igual que las procesiones de Reyes y de Semana Santa, y las playas de Sitges igualmente se resisten a exclusiones. Pueden ser gays y familiares. La gente se tolera.

Y ya que hablamos de iconos culturales, una plaza es como una estatua- o es parte de un sentido tolerante y consensual  y también testimonio a un hecho incontrovertible  o sirve para poco más que perpetuar egos, o manifiestos electorales.

La plaque conmemorativa de GK Chesterton y la estatua de El Greco que se encuentran en el Passeig Maritim conmemoran a dos personajes que poco tuvieron que ver con los  antagonismos políticos de la España moderna aunque eso sí, forman parte de hechos y una historia compartida cultural del pueblo.

GK Chesterton  visitó Sitges por primera vez en mayo de 1926, volvió en 1928 y en 1935. Suya es la frase “Barcelona es el pueblo más sucio de Europa, y Sitges, la ciudad más limpia del mundo”.

El 29 de agosto de 1898 se inauguraba en el paseo de la Ribera de Sitges el monumento a El Greco, un pintor que debe su actual consideración en el pueblo a la labor de rescate y revitalización al grupo modernista encabezado por el pintor y escritor Santiago Rusiñol.

Los que quieren cambiar el nombre de Placa d’Espanya a la Placa de Pou de Verde dicen que así recuperan el nomenclátor anterior a 1910- pero lo hacen con un visión partidista y selectiva de lo que  supone, hoy en día,  el pueblo de Sitges. Hay que dejar en paz a sus estatuas y sus plazas.

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